Estanque oligotrófico de alta montaña
Estanque (“Ibón”, “bassa”) oligotrófico de alta montaña (Pirineo)
La cordillera de los Pirineos está salpicada de pequeños lagos o estanques también llamados “ibones” a gran altitud. Generalmente recogen las aguas de antiguos circos glaciares y a menudo forman un sistema de diversos estanques comunicados entre sí. Voy a aprovechar una escapada con motivo de unas vacaciones para presentaros un ibón que refleja las características propias de estos biotopos de alta montaña.
El Estanyó (Valle de Sorteny, Ordino, Andorra) 2340msn
Este lago está situado en el valle formado por las sierras de l’Estanyó, la del Roc del Rellotge y la de Coma Obaga. El arroyo del Estanyó entrega sus aguas al Río Sorteny. Si necesitáis situaros:
Pese a la terrible presión inmobiliaria y la impresionante obra pública en materia de transporte (Túneles, viaductos y autovías) que en su valle principal no han dejado un metro cuadrado por edificar, Andorra todavía posee unos rincones de gran belleza. Remontando el valle de Ordino, aparece en su vertiente norte el valle de Sorteny. “Colgado” de la ladera y casi imperceptible de no ser por la hendidura que su río provoca, ascendemos a pie un trayecto corto pero de un desnivel importante (560m) en el que atravesaremos unos prados cuya flora le ha valido ser una reserva natural de primer orden cargada de endemismos.
El esfuerzo merece la pena…
Unas paredes majestuosas rodean y protegen a un pequeño lago de 1.3 ha. a 2340msnm. de aguas cristalinas y encastado literalmente en el lecho de un antiguo glaciar cuyas morrenas actúan como barrera. Estamos ante un circo glaciar que en estas fechas del mes de julio carece de nieve.
El estanque
A esta altitud el clima pone a prueba a los organismos que osan asentarse castigándolos con una gruesa capa de hielo y nieve durante unos siete meses al año. Esto reduce en mucho la diversidad y sus biotopos tan solo son aptos para especialistas, a menudo supervivientes ahora endémicos que tras la última glaciación han quedado relegados aquí.
Las aguas del deshielo y las altas precipitaciones se deslizan por los barrancos hasta quedar retenidas en la base del circo formando un estanque integrado en una turbera en la que se alternan cespitosas y esfagnos formando un denso mantillo ácido que aparece desnudo en la ribera.
En este caso podemos considerar la ribera como un conocido biotopo más que pone límite a las aguas aún cristalinas y blandas a las que empieza a nutrir tímidamente.
La escasa profundidad del estanque es suficiente como para no ser devorado por la turbera y en este caso la escasez de vida se hace muy evidente tanto en el lecho como en aguas abiertas. Esto pone de manifiesto que todo el protagonismo recae sobre las orillas y en breve explicaremos por qué.
He aquí al protagonista de nuestro biotopo lacustre: El talud de ribera es un macizo de espesor variable formado por la acumulación durante miles de años de las raíces y restos vegetales del esfagno (Sphagnum. sp.), un conocido musgo al que se le han dado muchas utilidades y que aquí se encuentra en el límite meridional de su área de distribución.
Sin lugar a dudas, estamos frente a un talud diferente y que hasta ahora no habíamos visto.
A qué se debe tal protagonismo? Pues es sencillo, la pureza de las aguas es tal que apenas contienen nutriente alguno y en este caso por las características geológicas ni tan solo minerales en disolución en cantidades significativas.
Esta escasez de minerales y nutrientes hace protagonista a la ribera cuyas turbas ofrecen ácidos, nutrientes y hasta son el soporte de la escasa fauna planctónica presente en el lago.
Creo que de todos los biotopos descritos hasta ahora en este trabajo, nunca encontré un medio acuático tan dependiente de su biotopo vecino. Empieza a ponerse en evidencia en este tema cierta reticencia por mi parte a mostrar el paisaje subacuático. Los motivos son obvios:
He aquí la cantera… Un cúmulo de morrenas (Fragmentos de piedra arrancados por el arrastre del glaciar). De una aridez extraordinaria, apenas se aprecian síntomas de vida salvo por la huella que los invertebrados tubícolas van dejando sobre unas piedras cargadas de hierro. Ni rastro de macrófitas ni apenas algas salvo las diatomeas que lo tiñen todo de marrón y ese tono turquesa que da muestra de cierta presencia de fitoplancton.
Es el momento ya de presentar a los hermosos protagonistas de este biotopo. Pasan gran parte de su vida en estado de hibernación en la zona más profunda del lecho de un estanque cuya capa de hielo permite caminar en invierno y tan solo disponen de unos pocos meses para recobrar fuerzas, alimentarse para acumular reservas y reproducirse: Una actividad frenética hace bullir las orillas y los hemos pillado en plena época reproductiva. Una fotografía que aprecio mucho pese a mi natural falta de pericia que nos ha privado del espectacular rojo carmín que presentan sus aletas…
Son foxinos (Phoxinus sp. tal vez Phoxinus bigerri) Todavía pendientes de identificar (Se agradecerá información al respecto). Unos supervivientes en potencia que en estos momentos presentan el máximo dimorfismo sexual. Están en pleno celo y podemos observarlo en la gravidez de las hembras y las llamativas excrecencias blancas de la cabeza de los machos.
Os aseguro que estas imágenes no dan fe de lo bellos que llegan a ser estos animales.
A nivel trófico, conviene comentar que tan solo paseando alrededor del estanque vemos saltar cantidades ingentes de insectos algunos de los cuales son devorados al caer al agua. Esto explica también la ausencia de peces en aguas abiertas y la alta concentración en las orillas.
Pero, de qué se alimentan los prados que se asientan sobre las turberas? Originariamente de los excrementos de las manadas de rebecos (Rupicapra rupicapra), muflones (Ovis orientalis), ciervo europeo (Cervus elaphus) y demás mamíferos salvajes que desde hace siglos han sido en parte sustituidos por caballos y vacas domésticos en semilibertad. Manteniendo los efectivos de fauna salvaje, esta puede ser una buena muestra de sostenibilidad que compatibiliza desde hace generaciones la actividad ganadera con la conservación del medio.
Los humedales de turbera
Aunque están presentes, aquí tan solo los mostraremos someramente pues ya los describiremos un poquito más de cerca en el siguiente tema. Decíamos que el estanque se formaba en una depresión en plena turbera y cuyas aguas quedaban retenidas gracias a la acumulación de morrenas. El nivel superior de esta barrera actúa como presa y aliviadero y el agua rebosa inundando la planicie y deslizándose ladera abajo entre los esfagnos y las cespitosas de alta montaña.
Estos pequeños cursos se disgregan formando pequeñas charcas de agua corriente, conformando un biotopo diverso poblado por especialistas entre los que los anfibios de alta montaña y alevines de salmónidos son los protagonistas.
Una imagen muy explícita que merece ser comentada:
Arriba podemos observar un pequeño curso de tantos que se ramifican ladera abajo. En primer plano un ranúnculo, pero centrémonos en el segundo plano. La erosión del agua pone de manifiesto que todo se asienta sobre un lecho de guijarros angulosos fracturados por gelivación (A causa del aumento y disminución del volumen del agua al congelarse y descongelarse repetidamente). Sobre este lecho si observamos la orilla aparecen los esfagnos que producen las turbas creando el sustrato donde con el tiempo, también se asienta la hierba ya a cierta distancia y sobre el nivel habitual del agua. Una manifiesta sucesión de estratos en una sola imagen.
Arriba Izq.: Ranúnculus sp. palustre con sus características flores amarillas entre masas de Sphagnum sp. sobre el lecho de turbera en un pequeño curso de agua. Der.: El mismo sustrato permite el asentamiento de cespitosas y es el cobijo de una cría recién metamorfoseada de Rana temporaria.
Este es el aspecto que muestra el lecho. Aunque recubierto de polvo y biofilm no presenta gruesas capas de limos que se depositan entre las rocas siendo poco aparentes. Los cantos, de esquistos y pizarras y con bastante presencia en hierro (Vetas rojas) son angulosos y no han sido erosionados por el agua sino el hielo, tanto por el arrastre glaciar como por gelivación. Apenas son visibles gravillas que quedan ocultas bajo los cantos pero las hay de granulometría variable.
-”El valle de Sorteny pertenece al gran sector metamórfico del norte de Andorra. Constituido por materiales cámbricos-ordovícicos, rocas estratificadas de origen sedimentario afectadas posteriormente por un metamorfismo regional”- (Fuente: Parc Natural de la vall de Sorteny).
Pizarras y esquistos que han sido sometidos a alta presión por la deriva tectónica hasta ser deformadas. Esto se hace visible en una estratificación sinuosa que impide descomponer sus rocas en losas planas. No son materiales fáciles de encontrar a la hora de reproducir un biotopo estricto y para colmo en circuito cerrado la acumulación de óxido de hierro podría suponer un serio problema…
Pero tampoco es este un biotopo técnicamente fácil de resolver en acuario pues requiere de potentes equipos de refrigeración y un aislamiento que reduzca el salto térmico durante seis meses al año.
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